La
historia de México está llena de pasajes heroicos y extraordinarios, puntos de
quiebre que definieron –y siguen definiendo- los rumbos que el país ha tomado a
lo largo de su existencia. Tal es el caso de la Revolución Mexicana.
La palabra revolución es de origen latín y significa “una vuelta”.
Esto fue lo que experimentó México a principios del siglo XX durante una etapa que marcó el final de la
dictadura del presidente Porfirio Díaz quién gobernó el país por más de treinta
años.
El
descontento generalizado por tantos años de dictadura, el surgimiento de grupos
de oposición y líderes de opinión que pugnaban por la lucha campesina, la no
reelección y los derechos de las clases trabajadoras vulneradas fueron el punto
de quiebre que detonaron la lucha armada
el 20 de noviembre de 1910.
Después de
un largo período de inestabilidad social, política y económica debido a la gran
cantidad de presidentes interinos y por elección que tuvo México en esa época,
la Revolución encontró su final con la promulgación de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 que es conocida como la primera
constitución en el mundo en la que se reconocen los derechos laborales de los
ciudadanos.
Más allá
del dato histórico duro y los nombres de quienes participaron en esta lucha, es
importante reflexionar ¿Qué nos dejó la revolución? ¿Cuál es el mensaje que
esta transformación estructural en México nos deja a las nuevas generaciones?
De
entrada, es preciso reconocer que el cambio surge de un pequeño grupo de
personas inconformes que marcan el punto de quiebre en una sociedad, personas
que imaginan mejores escenarios sociales, políticos, económicos y culturales y
que son capaces de contagiar con sus ideales a toda una colectividad.
La
Revolución Mexicana no es sólo una fecha que nos recuerda, entre corridos y
películas, una época de desequilibrio y cambios, de batallas y generales
rebeldes, no. Es un momento de la historia que nos invita a reflexionar sobre
la importancia de la transformación social, de sabernos parte de una sociedad
que sólo mejora cuando todos buscamos los mismos objetivos.
Esta
conmemoración de la Revolución nos invita a ser inconformes, resistentes, visionarios, EVOLUCIONARIOS. Pero no en un
sentido violento e injustificado. Ser rebeldes y peligrosos con nuestras ideas,
que son las que finalmente lograran cambiar el estado de las cosas, ser mejores
estudiantes y ciudadanos, ser mejores mexicanos.
Es en
estas pequeñas revoluciones personales donde comienzan los hechos
transformadores, en donde se generan las ideas que revolucionarán al mundo,
aquellas que no necesitan bombas ni pistolas para hacerse escuchar, si no que tienen como estandarte lo único que es realmente necesario y
constructivo para el mundo en el que vivimos: las ideas.
Esto es lo
que nos ha dejado la Revolución: una declaración de valores en la que la
ideología, el conocimiento de la realidad social y el deseo de obtener
beneficios para toda una sociedad marcaron el inicio de una transformación que
cambió el rumbo de México.
Seamos
transformadores y revolucionarios, siempre con conocimiento y respeto por los
demás, atrévete a decir lo que piensas con fundamentos y comencemos una
revolución de ideas que paso a paso nos lleven a tener un mejor país.

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